Cuento tradicional

Pedro Urdemales y el caballero avaro
Pedro Urdemales era un joven aventurero, pícaro, audaz y muy astuto. Su espíritu inquieto lo llevaba a viajar constantemente por diversos pueblos; le encantaba subir montañas, recorrer praderas y atravesar ríos y mares. No tenía hogar: dormía bajo el cielo, mirando las estrellas, y comía lo que le daban o lo que conseguía mediante sus ingeniosos engaños.
En cierta ocasión, se hallaba en lo alto de una montaña, a la sombra de un frondoso árbol cercano al camino, cocinando su comida en una olla, a fuego vivo. La comida hervía y Pedro se deleitaba pensando que podría saborearla en muy poco tiempo, cuando, de pronto, vio que por el camino venía un caballero montado a mula. Como para Pedro la principal diversión era engañar a los caballeros ricos y quedarse con algo de su dinero, se le ocurrió, como de costumbre, jugarle una broma al viajero, que por su ropa y los adornos de su cabalgadura parecía ser un hombre muy acaudalado.
Urdemales sacó rápidamente la olla de encima del fuego y, alejándose del lugar donde la había calentado, la llevó a otro sitio alejado, cerca del camino por donde pasaría el caballero. La colocó sobre unas piedras y se puso a golpear la tapa con dos ramitas que recogió del suelo como si fueran palitos de tambor, repitiendo al compás:
—Hierve, hierve, ollita hervidora, que no es para mañana sino para ahora.
Cuando el caballero vio lo que estaba sucediendo, se quedó muy sorprendido y, tratando de disimular su intriga, le preguntó a Pedro qué era lo que estaba haciendo. El joven pícaro le contestó que simplemente estaba haciendo su comida.
—¿Y cómo la haces sin fuego? —interrogó el caballero. 
Pedro, levantando la tapa de la olla, repuso con acento firme y con mucha seguridad:
—Ya ve señor, cómo hierve la comidita. Para que hierva, no hay más que golpear en la tapa y decirle:
—¡Hierve, hierve, ollita hervidora, que no es para mañana sino para ahora!
Primero, el caballero se mostró algo desconfiado; sin embargo, era innegable que la comida se estaba haciendo sin fuego aunque era como si lo hubiera: la sopa se agitaba, humeaba y despedía un olor delicioso. Por unos segundos pensó: “¡Esto es imposible!”. 
Como era tan avaro, inmediatamente calculó todo lo que podría economizar y quiso comprar la ollita. Pedro Urdemales se hizo rogar un buen rato: ningún precio le vino bien hasta que, cansado, el hombre le ofreció cien monedas por ella. Pedro aceptó, le entregó la olla, recibió el dinero y, contento de haber hecho tan buen negocio, se quedó observando cómo el comprador se alejaba por el camino.
Esa noche, en cuanto el viejo caballero quiso poner a prueba la olla, comprobó que, pese al tamborileo y las palabras mágicas, la ollita seguía como si tal cosa. 
El viejo avaro comprendió el engaño y no perdonó a Pedro, sino que prometió vengarse. ¡En algún momento tendría esa oportunidad!
Pocos días después, Pedro y uno de sus compañeros de engaños habían robado un cordero de una chacra porque el hambre que tenían ya no podía esperar más. Mientras lo estaban preparando para comerlo, vieron que se acercaba el caballero. Pedro, que imaginó sus intenciones de vengarse, comprendió que lo buscaba para eso; así que enseguida preparó un nuevo plan que lo sacara de apuros: 
escondió el cordero para que los que pasaban por ese camino no lo vieran y le pidió a su compañero 
que se tendiera en el piso y se hiciera el muerto. El amigo se recostó en el piso, Pedro le untó la camisa con la sangre del cordero que recién habían matado y le puso encima una sábana que llevaba en la mochila. Luego se guardó en un bolsillo una flauta de caña que había estado modelando, se sentó al lado de su amigo y esperó, jugando con el cuchillo ensangrentado en la mano, que el caballero se acercara. Estaba serio y tranquilo.
Un momento más tarde, llegó el caballero y miró horrorizado el espectáculo.
—¿Qué hiciste, desgraciado? ¡Asesinaste a este pobre hombre! ¡Voy a denunciarte para que te castiguen y de esa forma lograré mi venganza!
Pedro, haciendo escuchar su risa, le contestó:
—Debería saber que yo no soy un criminal. Ahora voy a probar esta flauta que llevo en mi bolsillo, es capaz de resucitar a los muertos. Mire y verá cómo mi amigo resucita a medida que suena la música.
Y así fue. Pedro empezó a tocar la flauta. Su amigo comenzó a mover una pierna, después la otra, al rato un brazo, más tarde el otro, la cabeza y, por fin, se levantó. 
Se desperezó como si recién se hubiera levantado de una siesta.
—¿No ve, señor, que es como le dije?
—Pedro, quiero esa flauta. ¿Me la vendes? Te doy quinientos pesos por ella.
Después de un rato de negociaciones, Pedro le vendió la flauta al caballero, quien se olvidó de la venganza y 
se retiró a su casa muy contento y convencido de que había hecho un gran negocio, mientras Pedro y su compañero se sentaban a comer el sabroso cordero y a planear nuevas picardías.

Anónimo

1. Luego de la lectura, respondan oralmente las siguientes preguntas:
¿Qué significa la palabra “avaro”? Propongan sinónimos. Pueden ayudarse con el diccionario.
¿Ustedes le hubieran creído a Pedro Urdemales? ¿Por qué?
¿Cómo hubieran intentado convencer al caballero si fueran Pedro Urdemales?
¿Por qué creen que los personajes se creen las mentiras de Pedro Urdemales?
¿Cómo es Pedro Urdemales?
¿Por qué Pedro elige al caballero para jugarle una broma?
¿Qué motivos tiene el caballero para comprarle la olla a Pedro? ¿Y la flauta?
¿Cuál fue el resultado que tuvo el caballero con los elementos comprados?
2. Imaginen que el caballero llega a su casa después de comprar la flauta “para resucitar muertos” y
le cuenta a su esposa lo que acaba de ocurrir en el camino y cómo fue que decidió comprar la flauta.
Escriban ese relato a continuación, tal como imaginan que el caballero lo contó.
3. Pedro Urdemales encuentra un elemento como el de la foto y decide emplearlo en un nuevo engaño:



En grupos, inventen una situación y escriban una breve narración que
cuente cómo Pedro logra sacar provecho de este raro aparato. Deben contar a quién se lo vende, para qué le dice que sirve, en qué lugar encuentra
al comprador y cómo logra interesarlo en el objeto.
Imaginen que Pedro se lo quiere vender a un rey que vive lejos y le envía una carta ofreciéndole
el objeto y contándole cómo es. Escriban la carta que escribe Pedro, incluyendo la descripción.
4. En grupos, inventen un objeto que tenga virtudes mágicas, al estilo de los de Pedro Urdemales.
Dibújenlo y confeccionen modelos de afiches publicitarios para venderlos, en los que incluyan todas
sus ventajas.
5. Compartan sus inventos con los compañeros de los otros grupos. Luego expliquen qué objeto de
los inventados comprarían y por qué.
6. En el texto leído aparecen las siguientes palabras. Propongan otras palabras o frases que podrían
reemplazar a cada una sin cambiar el significado del cuento. Pueden ayudarse con el diccionario.
Deleitaba:
Innegable:
Acaudalado:
Prodigio:
7. Describan brevemente al caballero al que Pedro Urdemales le hace la broma. Para ello, organicen
el texto en tres párrafos: en el primero, su aspecto físico; en el segundo, su vestimenta y por último,
su personalidad.
8. Expliquen con sus palabras qué quieren decir las siguientes frases del cuento. Deduzcan su sentido a partir del contexto.
“… cocinando su comida en una olla, a fuego vivo.”
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“… la sopa se agitaba, humeaba…”
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9. Piensen dos expresiones de sentido figurado que ustedes usen a menudo y expliquen qué quieren decir. Luego escriban oraciones con ellas. Por ejemplo: “me muero de hambre”.
10. ¿Dónde encontrarían un texto como el de Pedro Urdemales? Elijan las opciones que consideren
correctas. Justifiquen oralmente sus respuestas.
• suplemento de un diario • diccionario • antología literaria • enciclopedia
11. Para conversar y compartir
¿Por qué creen que hay cuentos que se siguen contando a través de los años y las generaciones?
Pregunten a sus padres y a sus abuelos qué cuentos conocían ellos cuando eran chicos. Escriban
los títulos a continuación y subrayen los que son conocidos también por ustedes.
Muchos cuentos tradicionales fueron llevados al cine. Comenten entre todos qué películas conocen basadas en cuentos tradicionales.

En pocas palabras
Los cuentos tradicionales son relatos que, en un comienzo, se transmitieron en forma oral y
con el paso del tiempo, llegaron a tener versiones escritas. Una de sus características principales es que no existe una sola versión, ya que al pasar de boca en boca algunos elementos se
cambiaban. Por eso conocemos distintas versiones de una misma historia.
Suelen ubicarse en un tiempo y un espacio remotos, y comenzar con fórmulas como: “Había
una vez…”, “Hace mucho tiempo, en un lugar muy lejano…”, “Cuentan que….”.
Muchas de estas historias presentan una moraleja, es decir, una enseñanza para que el lector
no cometa los mismos errores del personaje.

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